lunes, 3 de mayo de 2010

¿Irán similar a la Alemania NS?

Irán prometió eliminar la pobreza, el analfabetismo, la infravivienda y el desempleo. También se comprometió a ofrecer a la población educación gratuita, acceso a la atención médica, viviendas decentes, pensiones de jubilación y de invalidez, y seguro por desempleo. La constitución declara que “el gobierno tiene la obligación legal de proporcionar los servicios mencionados a todos los individuos del país.” En resumen, la República Islámica prometió crear un Estado del bienestar en toda la extensión de la palabra, en el sentido europeo del término, no en el sentido despectivo empleado por los americanos.
En las tres décadas transcurridas desde la revolución, la República Islámica ha dado importantes pasos para cumplir estas promesas, y lo ha hecho dando prioridad a los gastos sociales frente a los militares, de modo que ha ampliado los ministerios de Educación, Sanidad, Agricultura, Trabajo, Vivienda, Sanidad y Seguridad Social. Los gastos militares consumían al menos el 18% del producto interior bruto en los últimos años del Shah, y ahora se han reducido al 4%. El Ministerio de Industria también ha crecido debido en gran medida a que, entre 1979 y 1980, el Estado se apropió de muchas grandes empresas cuyos propietarios habían huido del país. La alternativa habría sido clausurarlas y provocar un desempleo masivo. Puesto que la mayor parte de estas empresas había funcionado únicamente debido a las subvenciones del antiguo régimen, el nuevo régimen no tuvo más remedio que seguir subvencionándolas.
Después de tres décadas, el régimen está cerca de eliminar el analfabetismo entre las generaciones posteriores a la revolución
-Reduciendo el porcentaje total del 53 al 15%.
-El porcentaje entre las mujeres ha disminuido del 65 al 20%.
-El Estado ha incrementado el número de estudiantes de primaria de 4.768.000 a 5.700.000
-Los de secundaria, de 2,1 millones a más de 7,6 millones
-Las de escuelas técnicas, de 201.000 a 509.000
-Los universitarios, de 154.000 a más de 1,5 millones.
- El porcentaje de mujeres dentro de la población universitaria ha subido del 30 al 62%.
-Gracias a los centros médicos, la expectativa de vida al nacer ha aumentado de 56 a 70 años.
-La mortalidad infantil ha descendido del 10,4 al 2,5%.
-También gracias a los centros médicos, la tasa de natalidad ha caído desde 32, su punto más alto, a 21.
-La tasa de fertilidad –el promedio de hijos de una mujer a lo largo de su vida– de 7 a 3.
-Se estima que éste caerá hasta los dos hijos por mujer en 2012.
-La República Islámica de Irán ha disminuido el abismo entre la vida urbana y la rural, en parte subiendo los precios de los productos agrícolas.Si los comparamos con otros artículos de consumo y en parte introduciendo escuelas, centros médicos, carreteras, electricidad y agua corriente en el campo. Por primera vez en la historia, los aldeanos pueden permitirse los bienes de consumo, incluyendo motocicletas y furgonetas.
De acuerdo a un economista que, en general, es crítico con el régimen, el
-80% de las familias rurales dispone de frigorífico.
- 77% de televisor y el 76% de cocina de gas.
- Unas 220.000 familias campesinas han recibido además 850.000 hectáreas de tierra.
- Estas familias, junto a unas 660.000 más que habían obtenido tierra durante la primera Revolución Blanca forman una importante clase campesina que no sólo se ha beneficiado de estos nuevos servicios sociales, sino también de las cooperativas subvencionadas por el Estado y de las barreras arancelarias proteccionistas.
Esta clase campesina proporciona al régimen una base social rural.
El régimen también ha abordado los problemas de la pobreza en las ciudades.
-Ha sustituido las chabolas por viviendas de renta baja.
-Ha arreglado los peores barrios y ha llevado la electricidad, el agua y el alcantarillado a los barrios de la clase trabajadora.
-Ha complementado los ingresos de las clases bajas –tanto rurales como urbanas
-Subsidios en forma de alimentos, combustible, gas, electricidad, medicina y transportes públicos.
Según admitió una periodista muy crítica hacia la política económica del régimen, “Irán se ha convertido en un país moderno con pocos signos visibles de miseria.”
El régimen puede que no haya erradicado la pobreza ni reducido significativamente la brecha entre ricos y pobres, pero ha proporcionado a las clases bajas un sistema de ayudas.
En palabras del economista independiente antes citado, “la pobreza ha disminuido hasta un nivel envidiable para tratarse de un país en desarrollo con ingresos medios.”
Además de ampliar sustancialmente los principales ministerios, la República Islámica también ha fundado numerosas instituciones semi-independientes, como:
-La Fundación de Ayuda a los Desheredados (Mostazafin)
-La Fundación de Ayuda a los Mártires.
-La Fundación para la Construcción de Viviendas.
-La Fundación Alavi o la Fundación del Imam Jomeini.
Encabezadas por clérigos u otras personas nombradas por el Líder Supremo y leales a éste, estas fundaciones llegan a representar en su conjunto el 15% de la economía del país y manejan un presupuesto que asciende a la mitad del del gobierno central. Muchos de sus activos son negocios confiscados a la antigua élite. La mayor fundación, la de los Mostazafin, administra 140 fábricas, 120 explotaciones mineras, 470 industrias agropecuarias, 100 empresas de construcción e innumerables cooperativas rurales. También posee dos de los principales periódicos del país, Ettelaat y Keyhan. Según The Guardian , en 1993 la fundación empleaba a 65.000 personas y tenía un presupuesto anual cercano a los diez mil millones de dólares.
En la práctica, algunas de estas fundaciones también presionan para proteger el sistema universitario de cuotas para los veteranos de guerra y juntas ofrecen miles de millones en forma de salarios y subsidios que incluyen pensiones, viviendas y seguros médicos.
En otras palabras, son pequeños estados del bienestar dentro de un Estado del bienestar mayor. Pocos políticos iraníes –ya sean conservadores o liberales, reformistas o fundamentalistas, radicales o moderados, favorables a la patronal o al obrero– son lo bastante temerarios como para seguir dentro y fuera del país los consejos de los economistas de la Escuela de Chicago, quienes denuncian los “riesgos morales” de la intervención estatal.

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