viernes, 8 de abril de 2011

El triunfo de la Voluntad.



De Tribuna de Europa:
Hoy no va a ser necesario que iniciemos este editorial haciendo una mención especial a las situaciones procesales de Pedro Varela, Juan Antonio Llopart, Oscar Panadero, Ramon Bau y Carlos García Soler. Hoy no va a ser necesario que reivindiquemos, antes de empezar, la libertad para el primero y el archivo de las causas contra el resto.
 
No, no es que se haya modificado sustancialmente la situación – aunque algo de esto también habrá – sino que hoy, desde este reducto de resistencia que es la Librería Europa todo el programa y no únicamente las primeros minutos, estarán dedicados a algo tan importante, tan sencillo de entender y tan difícil de mantener – cuando se es consecuente con uno mismo – como es la Libertad, el Derecho y también, por contra, a todas sus formas de manipulación y perversión, en función de quién pretenda ejercerlos.
 
Sé que resultará reiterativo que lea a continuación dos artículos esenciales; que deben darse por sabidos, que todo el mundo los comparte… pero la prisión es mucho más reiterativa que yo con los textos legales, y se sufre cada minuto del día, mientras dura. Y por otro lado, no parecen entender lo mismo que los demás, los jueces y tribunales que juzgaron a Pedro Varela, o aquellos otros que, aun cuando saben que las conductas de “los libreros” – como cariñosamente venímos llamándolos – no son delictivas, abogan e instan para que sean modificados los códigos penales cuanto antes, a fin de poder condenarlos inmediatamente.
 
Y es que saben del tesón, de la tozudez, de la firmeza en las convicciones de “los libreros”. Saben de su lucha titánica durante años, pese a los secuestros, a las agresiones consentidas o no impedidas, a los cierres, a las destrucciones de material, a la persecución y a la prisión. Saben que ayer, hoy y mañana, seguirán abogando por el derecho a pensar libremente, a cuestionarse las verdades oficiales, a investigar, a disentir, a comunicar las discrepancias, o discutir las interpretaciones al uso, a interpretar los textos originales del pensamiento, a ponerlos a disposición del público; a poder decir que es mentira lo que es mentira y que es verdad lo que es verdad por razones empíricas, comprobadas; porque el dato es el dato le guste o le deje de gustar a quien quiera que se pronuncie al respecto. Pero también por el derecho a opinar, aunque las opiniones expresadas no concluyan del mismo modo que prevé el Pensamiento Único.
 
Esta librería distribuye libros que son considerados como nacional socialistas, junto a otros que no lo son; textos nacional sindicalistas junto a otros culturales, artísticos o filosóficos. Textos de hombres que estaban ya muertos, en muchos casos, cuando Hitler invadió Polonia y otros de autores que siguen vivos.
 
No es importante. De hecho es intrascendente, porque lo que se defiende aquí no es una ideología concreta sino una causa suprema: La de la Libertad; la de aquellos que seguimos pensando que no puede ser mayor delito publicar textos – históricos o contemporáneos – que llamar al Jefe del Estado “jefe de los torturadores”; que no puede acarrear prisión poseer determinados símbolos y no serlo quemar banderas nacionales; que lo sea afirmar que existen diferencias físicas entre el conjunto de las razas humanas y no lo sea desear colgar curas “por los cojones” (sic) en los campanarios; o acudir al futbol – o colgar en los balcones, 
 
– banderas esteladas que representan los mismos intereses y las mismas personas, incluso, que organizaciones criminales de antaño, hoy reconvertidas a partidos supuestamente democráticos.
Que sea delito cuestionar la historia oficial, la calificación de buenos y malos al uso, y no lo sea el órgano de expresión de ETA, recientemente liberado e indemnizado.
 
Y como lo saben, y saben que seguirán en su sitio, no tienen más que esperar. Modificarán las leyes y esperarán sentados a que los hombres de principios las incumplan, porque hay valores y principios que están incluso por encima de la Ley. Y la Libertad es, sin duda, el más importante de todos ellos. Y porque aceptan su destino en la prisión, si con ello no someten su voluntad a un sistema corrupto y putrefacto hasta el extremo.
 
Porque estoy seguro de que en parte, para hombres como Pedro Varela, esta es una ocasión magnífica para demostrar al mundo el Triunfo de la Voluntad.
Así pues hoy, más que nunca, les repetiremos por enésima vez, algunos de los argumentos que más les duelen, porque están escritos en sus códigos, no en los nuestros; porque es su enorme hipocresía la que les hace tener que convivir consigo mismos, asqueados de su propia incoherencia. Porque son su Constitución y su Declaración Universal de los Derechos Humanos, las que les recuerdan, sin paliativos posibles, su enorme estulticia.
 
Redactaron la Declaración Universal mientras se ciscaban en el Derecho, haciendo la pantomima de Nürembreg, que habría sido un circo de clones de no haber acabado asesinando a 11 personas al amparo de una ley creada sobre la marcha a tal efecto, como tendremos ocasión de comprobar con detalle hoy.
Crearon una Constitución, tremendamente ignorada y/o contestada por el pueblo, para mostrar al mundo las diferencias del supuesto Régimen autoritario con la nueva Democracia, y el nuevo rumbo de la nación española liberal y social-democrática, pero les pareció un corsé demasiado apretado y decidieron cortar el cordón del corpiño.
 
Pues ahí lo tienen, para mofa y escarnio de su ordenamiento jurídico:
 
· Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
 
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
 
· Artículo 20 de la Constitución Española de 1978: Artículo 20:
1. Se reconocen y protegen los derechos:
· a. A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
· b. A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
· c. A la libertad de cátedra.
· d. A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La Ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.
 
Ha recordado Varela recientemente, en el blog en pro de su libertad, que toda Verdad necesita de alguien que la proclame. Y a ello nos disponemos. Acomódense y Escúchennos.
Martín Ynestrillas
Director de La Gran Esperanza
Concentración por la Libertad de Expresión
Plaza de Sant Jaume
16 de abril 2011
a las 18:30h
Barcelona

No hay comentarios:

Publicar un comentario