martes, 26 de abril de 2011

El tsunami de la demagogia mediática.

La "ola de cambios en el mundo árabe" y el tsunami de la demagogia mediática.

El Sistema político y económico mundial atraviesa una fase en la que su supremacía e indiscutible hegemonía, le conduce a tomar a sus vasallos-consumidores como deficientes mentales.

Llevamos unos meses escuchando hasta la extenuación, que en Libia las tropas de Gadafi han abierto fuego contra pacíficos manifestantes. No hace mucho, también lo oímos y leímos respecto a Irán. Ahora le toca el turno a Siria.

No entraré en el debate de si el uso de la fuerza en dichos países es desmedido o no. Pero lo que es innegable es que dichos manifestantes no son tan pacíficos. Considero ofensivo hacia mi capacidad de raciocinio que los medios de comunicación, hasta hace pocos días, proclamaran que “las fuerzas de Gadafi habían abierto fuego contra los pacíficos manifestantes”. Las siguientes imágenes eran las de esos “pacíficos manifestantes” armados con “kalashnikov” y RPG-7 en ristre, hondeando victoriosos sus banderas sobre los restos humeantes de algún edificio gubernamental o disparando ametralladoras antiaéreas al aire.

Cuando la ONU dio carta blanca a la operación de bombardeos sobre Libia volvieron a tomarnos por deficientes mentales. Según decían, la misión no iba dirigida a derrocar al régimen del mamarracho del desierto, se trataba de “proteger a la población civil de las tropas del dictador”. Ante tan peregrino argumento, yo me pregunto ¿quién protege a los civiles de las tropas rebeldes? ¿Es que cuando los rebeldes avanzan y disparan, sus proyectiles esquivan a las poblaciones residentes de las plazas que conquistan?

Evidentemente, todos esos circunloquios se han disipado por el proceder de las fuerzas de la OTAN. En España ha sido tragicómico contemplar a Carmen Chacón, Ministra de Defensa, utilizando toda la terminología posible, todas las evasivas imaginables para evitar la palabra guerra.

Como decía, ahora llega el turno de Siria. Llega el momento de la satanización de su legítimo Gobierno, llega el momento de la demonización de de su Presidente y llega el momento de la demagogia periodística llevada al paroxismo. “Civiles tiroteados”, “represión de los demócratas”, “jóvenes internautas reivindicando libertad” y frases análogas serán repetidas una y otra vez hasta el hartazgo. Los medios rastrearán y se arrastrarán por las imágenes demagógicas que ansían, por ver estatuas derribadas o retratos rasgados.

Los medios de comunicación tratarán de anécdota la quema de sedes del Partido Baaz o de comisarías y edificios del Gobierno, intentarán esquivar la responsabilidad de esos hechos y su autoría. Pero siempre conseguirán contactar con algún estudiante que reclamará libertad y democracia, tales palabras serán tomadas como el sentir unánime del pueblo sirio.

El Sistema y sus voceros utilizan la demagogia y la verborrea democrática a su antojo. Consiguen lo que se proponen, conmoviendo a la opinión pública ante las justas reivindicaciones de libertad y democracia de los “pacíficos manifestantes”, incendiarios y armados hasta los dientes.

Pocos se paran a analizar que esos internautas, que esos “blogeros”, que esos jóvenes (casi siempre hijos de burócratas y niños de papá) educados en Occidente y a la occidental están más alejados de la realidad social de sus países que sus gobernantes. No son más que una minoría, la minoría que al Sistema le gusta exhibir, detrás de la cual se esconde quien verdaderamente tienen el pulso de la insurgencia: el integrismo islamista.

Ha sido Occidente quién ha escrito sus propios renglones torcidos en el mundo árabe/ islámico. Se armó y financió a los yihadistas en Afganistán para que luchasen contra los soviéticos, se potenció el crecimiento de la Hamas para contrarrestar a la poderosa y laica OLP, se derrocó al laico Saddam Hussein para dejar a Irak entre las fauces del radicalismo chií y sunní.

No romperé una lanza por un personaje como Gadafi, pero que se otorgue legitimidad a un conglomerado de rebeldes e insurgentes oriundos de las zonas del reclutamiento de yihadistas en Libia (Bengasi), que se bombardeé al ejército de un Estado soberano y que se dé cobertura militar a grupos salafistas es algo más que inquietante dados los precedentes.

Esperemos que esta “ola de cambios en el mundo árabe” no sea saltar de la sartén para caer en las brasas.

Finis Gloriae Mundi

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