martes, 31 de mayo de 2011

El accidente del “maestro”


Hojeando el periódico en el día de hoy, me encuentro con una noticia que me ha dejado absolutamente anonadado. El eco informativo se refiere a un accidente sufrido por un famoso torero, más concretamente Ortega Cano, el cual se encuentra en estado muy grave, y en el que también se produjo la muerte de otra persona, cuyo nombre y familia no importa a los profesionales de la prensa.
Pero leyendo más detenidamente la noticia, los ojos se me abren como platos al leer que, según el atestado levantado por la Guardia Civil, el torero circulaba a una velocidad inadecuada para el tipo de vía en la que se encontraba, y que debido a ese exceso de velocidad invadió el carril contrario, chocando frontalmente con el otro vehículo que circulaba adecuadamente por su carril, provocando la muerte en el acto de un “ciudadano cualquiera”.

Pero para mayor regodeo, alrededor de las dos planas que ocupa la noticia, el periódico incluye una multitud de mensajes de Twitter en los que se ruega y pide por una pronta recuperación del “maestro”, insuflándole ánimos de todo tipo. Curiosamente, ninguno alude a la culpabilidad del “diestro” cuya única destreza consiste en dar muerte, previa tortura de los toros, sí esos animales, que los defensores de la mal llamada “fiesta nacional”, justifican su existencia para el sufrimiento y el solaz de personas ancladas en un pasado salvaje, propio de alimañas deseosas de sangre.

Como ocurre en esta vida, el torero saldrá de su gravedad, su seguro pagará una indemnización al auténtico inocente de esta tragedia y el diestro seguirá disfrutando de su vida, mientras que el muerto anónimo se habrá ido sin pena ni gloria al otro “barrio”, dejando el dolor, la tristeza y la depresión a sus seres más allegados.

El comportamiento demostrado por la prensa en esta noticia, llega a la hipocresía más absoluta, ya que se pasan la vida hablando de lo “malos” que son aquellos que han ocasionado accidentes de tráfico por el incumplimiento de las normas de tráfico, y cuando el infractor, según la Guardia Civil de Tráfico, es un asesino de toros, el foco de atención se centra en él, intentando justificar su comportamiento por las tragedias familiares que había sufrido en los últimos años. Como si sólo él fuera el único que sufriera en este mundo.
Espero que los medios de comunicación se hagan eco del resultado de las pruebas de alcoholemia y estupefacientes practicadas al “maestro”, como así se viene haciendo con cualquier otro implicado en un accidente de tráfico que haya ocasionado víctimas mortales.

No me alegro del mal de nadie, pero menos del mal de los inocentes.

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