—Preparar el café por la mañana para el marido de una: acto de sumisión anticuadísimo, rancio y repugnante. ¿No puede hacerse solito el café? ¿Te toma por su criada o qué?
—Preparar el café en la 12.ª planta de un rascacielos climatizado para el Ejecutivo de la oficina de ahí al fondo: marca indudable de independencia y de promoción social garantizada por un contrato laboral mileurista.
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