El Camino Jacobeo es el itinerario andariego en la búsqueda de la mística y la espiritualidad,en el refuerzo de la fe profunda y verdadera,ese hálito de aire puro y fresco que limpia el alma y vigoriza el cuerpo.Es desafio,sacrificio y gozo.Demanda y hallazgo.
León degrelle,con nobleza y altruismo,lo emprende en solitario en 1951 y nos ha legado un testimonio de sus vivencias de esa aventura interior,que deja magníficamente reflejada en su "Relato de Peregrino".Sigue fielmente los pasos de los ancestros,de aquellos caballeros andantes de la cristiandad,que un día,y durante siglos,intrépidos y soñadores,poetas y romeros con su bordón y su vieira,se ponían a caminar atraídos por un ideal.
Es una ruta iniciatica,grialica,donde las pruebas se suceden,la fatiga arrecia y el arte se funde y sublima en roca viva,elocuente,aveces enigmática e inquietante,siempre misteriosa y alegórica.
Los pasos se orientan hacia occidente,en dirección a los confines de la tierra,hacia el sepulcro de la fe.
Se abandona lo cotidiano para penetrar en lo ignoto,donde montañas y valles,riberas y regazos,paramos y mesetas,colinas y oteros se abren a nuestros soliloquios en un recuerdo intimo de nuestra fantasía y nuestra nostalgia,en una anhelo de voluntad y temple.
A lo largo de la ruta,por calzadas y senderos polvorientos y pedregosos,nos vamos encontrando con rancias leyendas y santos camineros,fragancias y emciones,que encarnan la policromía de los sentidos.El trayecto depura y sensibiliza.el silencio y la soledad acompañan a las horas nómadas.
Se recorren iglesias y catedrales,fortalezas y claustros,hospederías y porticos,hospitales y refugios,castillos y panteones reales,del alba al crepúsculo.Son jornadas intensas donde brotan plegarias de los labios sedientos,y lágrimas de unos ojos emocionados por la belleza de la creación.
Piedad devoción.Titulo de nobleza y expoliación.Voto y promesa.Tradición milenaria y sempiterna.
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