El Ayuntamiento de Córdoba, gobernado por IU en coalición con el PSOE, ha dado a conocer un proyecto abonado a la polémica. El Instituto Municipal de Gestión Medioambiental destinará 160.000 euros a la mejora y señalización de un sendero en la Sierra con el que se pretende rendir homenaje a los terroristas «maquis», nombre popular con el que se conocía a la guerrilla republicana que asesinó a miles de españoles tras la Guerra Civil.
La zona por donde se extiende el recorrido de este camino va desde la barriada de Trassierra hasta el río Guadiato, una amplia franja de terreno que fue utilizado por el grupo terrorista entre 1939 y 1952, año en el que falleció el último de sus miembros. Este proyecto, que lleva por nombre «El Sendero de la Memoria», se dio a conocer ayer durante la firma de un convenio entre el Consistorio y el Foro de la Memoria Histórica de Córdoba.
El vicepresidente del citado foro, Luis Naranjo, indicó que a lo largo del itinerario se colocarán varios paneles informativos en los que se darán a conocer datos en torno a diversas cuestiones relativas al “maquis”, “todo ello desde una mirada más bien amable de unos hombres que, escopeta al hombro, habitaron esos parajes”.
El Ayuntamiento de Córdoba quiere hacer un reconocimiento público a los terroristas del ‘maquis’ que continuaron la lucha armada a favor de la República después de terminada la guerra. Este colectivo no ha sido incluido de forma específica en el proyecto de la llamada ley de la Memoria Histórica, pero la comisión interministerial dirigida por María Teresa Fernández de la Vega consideró “pertinente” tomar medidas que contribuyan a recordar su lucha.
El maquis, que fue responsable en España de aproximadamente 2.000 asesinatos, quiere ser ahora glorificado como ejemplo de resistencia democrática contra el régimen de Franco. Resistencia democrática a la que algunos quieren añadir a la ETA previa a la democracia, que según parece continuó la loable labor del maquis en su oposición al franquismo. Sin embargo el fenómeno del maquis, o bien constituyó un intento guerrillero controlado por el comunismo soviético, con lo cual bien se puede entender su carácter antidemocrático, o protagonizó los últimos episodios del bandolerismo español.
Al acabar la guerra, restos de unidades militares republicanas, generalmente milicianos huidos, se refugian en zonas agrestes y montañosas, con la esperanza de que los derroteros de la II Guerra Mundial posibilitasen una invasión de España que diese la vuelta al resultado de la guerra civil. Con el paso del tiempo los más pasan a Portugal o Francia y las reducidas y aisladas partidas que quedan se dedican a una actividad que más tiene que ver con el bandolerismo que con la resistencia organizada contra el régimen franquista. Muy temida en la zona extremeña, por ejemplo, fue la partida del Manco de Agudo como se conocía a José Méndez Jarramago. Sus acciones crueles son conocidas en todos los Montes de Toledo. Los secuestros, robos y asesinatos de esta partida se cuentan por las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cáceres y Badajoz. El Manco de Agudo fue muerto en 1949 y su partida estaba teóricamente integrada inicialmente en el llamado Ejército Guerrillero del Centro.
Sin embargo subsisten algunas partidas mejor organizadas y con una clara misión política que reciben apoyo desde la URSS y que generalmente se han infiltrado en España a través de los Pirineos. Utilizan la misma estrategia del terror, que posteriormente sería extensamente utilizada por todos los grupos guerrilleros que proliferaron en la década de los 70. Su táctica era la de cometer robos para conseguir fondos, y amedrentar a las poblaciones y caseríos aislados para conseguir avituallamiento y refugio, cuando estos no simpatizaban con la causa republicana. Humildes autoridades locales, falangistas y guardias civiles fueron los principales objetivos de sus acciones armadas, junto a sabotajes de instalaciones estatales.
En su aplastante mayoría los componentes de los diversos maquis eran anarquistas o comunistas produciéndose ya a inicios de los años cuarenta un predominio de estos últimos. De hecho, su acción más importante —y totalmente fallida— fue la invasión del valle de Arán por parte de más de 3.000 combatientes organizados en Francia bajo la bandera del PCE y la dirección de Santiago Carrillo y el mando militar del teniente coronel Vicente López Tovar, militante comunista. La operación fue directamente autorizada por Stalín quien, a mediados de octubre de 1944, hizo saber al PCE por medio del secretario general del Komintern, Georgi Dimitrov, la necesidad de “obligar a los dirigentes socialistas, anarquistas y republicanos españoles a abandonar su política de pasividad y de espera a que el problema español lo resolvieran desde fuera los imperialistas (…) formar un gobierno o algo parecido que pudiera hablar y tratar en nombre del pueblo español [con el respaldo de] un movimiento popular cuya expresión principal sólo podía ser, en la situación de España, la lucha guerrillera”.
Y el maquis pretendió ser ese instrumento político-militar al servicio del comunismo para aparentar la existencia de un movimiento popular.
Fuente: http://www.minutodigital.com
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