El Reino de España siguió siendo, como durante el Bajo Imperio, un foco cultural de primer orden en Europa.
Hidacio y Orosio fueron los más sabios de su época.
Se fundaron nuevos monasterios que prosiguieron la labor evangelizadora.
Las sedes episcopales organizaron escuelas y se convirtieron en focos de cultura.
San Isidoro, obispo de Sevilla, fue reconocido como el más sabio de su tiempo. Escribió innumerables obras. "Las Etimologías" resume las ciencias y los conocimientos de la cultura clásica, fue traducida por Alfonso X el Sabio. También escribió: ”Historia visigothorum, sueborum, vandalorum”, “Chrónica, y “De Virus illustribus”. En sus obras se recogen el "trivium" y el "cuadrivium", división de los estudios de la Antigüedad clásica y que pasó a la enseñanza durante la Edad Media.
Cabe destacar, por la importancia de las obras conservadas, entre otros: San Leandro de Sevilla. Martín de Braga. Braulio de Zaragoza. Julián y Eugenio de Toledo. Fructuosos de Braga, Valerio del Bierzo.
La influencia cultural gótica en la formación de España como nación y Estado fue enorme. Los vestidos visigodos, como el pantalón, la camisa y los zapatos, sustituyeron los vestidos talares romanos e ibéricos y las sandalias. Los balcones y voladizos en las casas los introdujeron los godos. Las reglas armónicas de la música son godas. Nuestro concepto del honor es godo, así como gran parte de nuestra ética. La lengua española está impregnada en su vocabulario, fonética y léxico de palabras góticas. Son palabras góticas: zapato, gorro, galones, templado, daga, machete, garbo, estribo, trampa, trepar, rango, banda, bandera, ganado, heno, Galindo, Gutiérrez (hijo de godo), Godoy, Jiménez, Rico etc. Los españoles somos godos, tanto es así que todavía hoy día a los peninsulares se les llama en las islas Canarias godos.
La filóloga Jurate Rosales ha demostrado que la lengua Castellana o Español en la forma de hablar el Latín vulgar los godos (bálticos). Se comprueba en las diptongaciones de la o, a, e largas, en la pérdida de la f inicial, en la palatización de las silabas latinas ki y ti, en el cambio de la k latina por la g española, en la terminación ez de los patronímicos, en la ausencia de t en la terminación de la tercera persona del plural, cambios que son similares a los de las lenguas bálticas.
Esta memoria histórica se conserva muy viva en la Edad Media, tanto es así, que en el año 1073, el prusiano Adán de Bremen, escribía que llegaban a la isla de Curlandia, peregrinos godos de Espanna (nn: ñ) y Grecia
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