La Academia de cine se hunde en una sima de ideología de género y guerracivilismo donde el arte no cuenta para nada.
La web de "Pan negro" en castellano empieza con una errata. Las opiniones que siguen no me las saco de la manga, sino de quienes conocen la Academia por dentro. El que dude, que investigue, que es muy sano.
Una película de buena factura, pero guerracivilista "de las de siempre", donde los nacionales son los malos y algunos republicanos involucrados en una trama de asesinato son también malos. Nos venden que matiza lo de las dos Españas pero es más de lo mismo, en cuanto a guerracivilismo, y el matiz que añade es ideología de género para denunciar la represión de la homosexualidad.
Lo grave -lo anterior por repetitivo no lo es- del asunto es que esta película ha ganado porque en la Academia de Cine se ha formado un frente catalanista en los últimos años, des-gracias a la entrada a mansalva de técnicos y actores de dicha procedencia, que han votado a una, a diferencia de los castellanohablantes, hasta el extremo de copar de forma impresentable hasta el premio al actor revelación, que se merecía el boliviano Juan Carlos Aduviri, de También la lluvia.
Todo lo que ganaron los Goya el año pasado en independencia lo han perdido ahora en pro de una ideologización. Los obsesos del catalanismo y la ideología de género han votado al unísono, mientras los demás se dividían en función de criterios artísticos o de las fracturas provocadas por la Ley Sinde. El resultado, un tongo que cabreó no solo a Alex de la Iglesia, sino a Icíar Bollaín, que anunció que no se presentará a presidenta de la Academia.
La gala fue aburrida, han perdido 300.000 espectadores, e hizo sentir a los que conocen la Academia por dentro vergüenza ya que, según ellos, se premió a Agustí Villaronga por el hecho de ser homosexual, y se repitió el pucherazo de los Premios Gaudí, el 17 de enero, donde también arrasó -se llevó 13 estatuillas de las 15 a que estaba nominada la versión original, Pa negre- y además apabullando previamente con cartas pidiendo el voto, cosa que está prohibida en los Goya (y que nadie va a comprobar que no hayan hecho: las peticiones de voto para los Gaudí obviamente valen para los Goya).
En taquilla, Pan negro fue un fracaso, 142.000 espectadores, 900.000 euros de ingreso, frente a los más de 3 millones que había costado. Cuando una empresa solo recupera el 30% de lo gastado, va a la quiebra. Pero si esa empresa es ideológica y tiene recursos, puede optar por otra vía: aluvión de premios, y España paga otra ronda de champán.
No hace falta buen cine, pero puedes hacerlo, también en Cataluña, y quedarte fuera si no te pliegas al pliego de condiciones. Así, han dejado fuera de los Goya a Héroes de Pau Freixas. Otro gallo le habría cantado de arrimarse a la productora de Pa negre, Isona Passola, conocida en el ámbito nacionalista de ERC. Con ella se fue a celebrar la victoria el director.
La película de animación premiada en este caso, Chico y Rita, sí era la mejor (aunque no se había estrenado). En todo caso, el diseñador Javier Mariscal tenía la ventaja de ser gay. Ser de izquierdas, en cambio, no basta si eres español, que para eso habría ganado como documental Ciudadano Negrín, y de nuevo el premio se quedó en Cataluña, para el halago de Pasqual Maragall, Bicicleta, cuchara, manzana, de Carles Bosch. Estamos en las rebajas de Zapatero, todo se vende al precio que marquen en Barcelona.
Por Santiago Mata
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