Con anterioridad a la muerte del General Franco, sobre todo en los años 74 y75, y por supuesto desde su muerte, la casta política comenzó a “vender” a los ciudadanos las lindezas del sistema democrático liberal, que con el paso del tiempo se han desenmascarado, ofreciendo su lado más tétrico y oscuro. La ciudadanía en esos tiempos se apresuró rauda y veloz a aprobar todos los cambios propuestos desde la clase dirigente, creyéndose, en todo momento, las ventajas de tan singular y maravilloso sistema.
Pero pasados los años, la sociedad ha comenzado a darse cuenta, y sobre todo, en estos momentos de crisis, que todo lo que le vendieron era una mera cortina de humo para legalizar un sistema de políticos corruptos y ladrones al servicio de los de siempre, en donde la defensa del interés general del país se ve desplazado por el interés partidista e individual de los mismos, donde, con los impuestos del ciudadano y sin consultarle, se rescata a una banca causante de la cruel crisis que padecemos, mientras que se “machaca” al resto de la sociedad.
Hemos llegado a una situación tan paradójica en donde el electorado vota cada cuatro años, pero no elige, puesto que la casta política termina negociando con partidos, incluso antagonistas, con tal de alcanzar y perpetuarse en el poder, sin importar los medios utilizados para la obtención del fin último: EL PODER. Los políticos hablan y prometen cosas que saben que no van a cumplir incurriendo en la falsedad manifiesta, pero ¿qué más da?, si no tienen ningún tipo de responsabilidad personal, sólo la responsabilidad de volver a presentarse a la reelección y que el electorado les “castigue” no votándoles. Menuda responsabilidad, ya la quisieran para sí, el común de los mortales.
Pero no es necesario quedarse en el mundillo político parlamentario para ver con decepción como el resto de compartimentos del sistema se encuentran afectados por las miserias que le afectan. Así nos encontramos, con un poder judicial que baila al son que le tocan los intereses políticos, y donde no existe la igualdad de los ciudadanos ante la ley, ya que, los poderosos y los políticos son absueltos o juzgados con una indulgencia más que sospechosa en relación con el resto. Con unos medios de des-información que callan y ocultan la corruptela instalada en los cargos políticos en función de los intereses políticos y económicos que los mantienen. Con una docencia cada vez más nefasta y nociva que pretende hacer normal aquello que es anormal (aborto, homosexualidad, etc) olvidándose de enseñar valores y principios básicos de toda sociedad civilizada, pretendiendo hacernos creer que la asignatura doctrinaria de Educación para la Ciudadanía es diferente que las que existían en tiempos del Caudillo. Con ésto consiguen el adoctrinamiento, el adocenamiento y la sumisión de las futuras generaciones, carentes de cultura, capacidad de análisis y reflexión necesarios para dar la vuelta a este siniestro sistema en el que se intenta sobrevivir.
Podríamos hablar de más estamentos afectados, como la función pública, la clase militar dedicada a la ¿labor humanitaria?, los mandos de las fuerzas del orden dedicadas a “dar el agua” a los criminales etarras. Auténtico surrealismo.
Como consecuencia de todo lo anterior, nos encontramos con una sociedad civil incapaz de movilizarse, adormecida y echada en los brazos de la casta política, auténtica depredadora del ciudadano.
Es hora de despertar de este aletargamiento, si no será demasiado tarde para lograr un mundo y una sociedad mejor.
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