jueves, 15 de julio de 2010

El debate y la decadencia.



Con la pereza remolona que los caracteriza, la Gran Comparsa de Representantes de la Soberanía Nacional y sus Loros Amaestrados presentan su Gran Gala Anual, un espectáculo que, a pesar de la publicidad que le prodigan los medios de comunicación y propaganda, cada vez interesa a menos gente.
En este circo grotesco de la farsa parlamentaria, todo tiene un aire polvoriento y obsoleto, como de cabaret de tercera: El peluquín de Bono ya no hace tanta gracia como al principio, las gracietas efectistas de Mary Rajoy sólo divierten a sus palmeros más incondicionales y los cantinflescos discursos de Zetapé avergonzarían a los trileros más inmorales.
El resto de payasos de este triste circo están ya muy vistos y se empeñan en repetir chistes sin gracia y consignas facilonas. Los animales tampoco son para tirar cohetes. La piara de cerdos amaestrados del separatismo catalán se limita a pedir más comida amagando con morder la mano del que la alimenta, las hienas peneuveras más de lo mismo y el verraco comunista se muere de tristeza y soledad. La escuálida trapecista de Upeidé mantiene la ficción de una legitimidad constitucional en la que ya nadie cree y sus piruetas sólo producen hastío. Las hojas de la Constitución del setenta y ocho alfombran la jaula de los loros cagones del independentismo, y los leones, al ser de bronce, ni fú ni fa.
Por su parte, los tertulianos que medran en las diversas cadenas de desinformación, discuten sobre el ganador, como si en vez de una falsa lucha libre a la mejicana, los decrépitos pugilistas disputaran un combate de verdad. En esta charlotada siniestra lo único que está claro es quién pierde: los españoles que financiamos este tocomocho desvergonzado llamado democracia parlamentaria.

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