domingo, 26 de diciembre de 2010

Nuestros héroes encarcelados, nuestros héroes perseguidos


Carmen M. Padial En estas fechas de solidaridad, amor, familia, conciliación…fechas en las que los Valores eternos se hacen presentes en los hogares que siguen siéndolo, aunque exista la contaminación consumista existente, queda ese algo mágico que nos hace sonreír más, perdonar, y recordar y apreciar lo que es verdaderamente importante: La familia. Se aprecian a los presentes, y se echa mucho en falta a los que ya no están. Por ello debemos tener presente a Pedro Varela en estos días, y en los que vengan después, ya que lo nuestro es la lucha, no el dormitar, no el dejar tirados a los nuestros, al menos para los que sentimos lo que es la lealtad y la fidelidad verdaderas.
Tenemos frente a nosotros una gran lucha, una larga lucha, una lucha contra titanes, pero esos titanes no poseen lo más valioso, el Ideal, un Ideal que da fuerza, entereza y necesidad en la contienda.
Pedro ha pasado la Navidad entre rejas por vender libros, nosotros en nuestros hogares. Él ha dado y está dando mucho por todos, nosotros debemos corresponder si somos bien nacidos. Luchemos, hagámoslo con cartas, con pequeñas acciones, con pintadas, con actos, comprando esos libros prohibidos con mayor ahínco, con lo que sea y como sea pero siempre dentro del marco ético que nos hace lo que somos, como revolucionarios, como disidentes, como caballeros y señoras, dignos hijos de este pueblo, porque nosotros estamos por encima de todos los amos del bozal y sus cabestros.
También recordar que siguen pendientes de ingreso en prisión más librepensadores, más luchadores, más héroes en esta dictadura democrática del pensamiento, Juan A. Llopart de la editorial ENR, O. Panadero, R. Bau, Carlos G. Soler. Cuando todos ellos estén presos ¿Quién nos regalará esas páginas de libertad? ¿Quién podrá verdaderamente ser libre de leer lo que desea? El control previo de las lecturas de los ciudadanos genera sociedades esclavas, uniformadas en la mente y en el alma por consiguiente, una sociedad en la que nuestros hijos serán domesticados, adiestrados, una cárcel que sin nuestra lucha, la de sus padres, nosotros, habremos ayudado a construir, es decir, seremos parte del cuerpo de carceleros de nuestros hijos, de la sociedad del futuro, habremos sido los cobardes y la vergüenza de la civilización que con tanto orgullo decimos defender y que con nuestra no acción verdaderamente estaremos ayudando a atomizar.
Si amas de dónde vienes, y deseas ser dueño del dónde vas: ¡Lucha! No permitas que te marquen como a una res más o que encarcelen a nuestros héroes del hoy que defienden a los de ayer.

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