Vaya por delante que un desenlace con víctimas siempre es lamentable, y mucho más cuando éstas, o algunas de ellas, son víctimas totalmente inocentes. Pero la desesperación puede al raciocinio. En efecto, vivimos en un sistema injusto, donde las personas son tratadas como mercancías y donde no se atienden a razones humanitarias. Este sería el caso, el triste caso, que ha conmocionado a la población gerundense de Olot.
Un padre –o madre– de familia puede caer en la más absoluta desesperación ante la falta de trabajo, y con ello de ingresos, y a la vez sentirse completamente inútil e incapaz a la hora de solucionar los problemas que la crisis económica le ha podido provocar.
Son muchas las familias a las que les es imposible llegar a fin de mes, que no consiguen llenar la nevera o que se ven obligados a andar con zapatos rotos… y además, reciben cheques sin fondos de sus jefes. Cuando alguien no puede cubrir sus necesidades más básicas, ese alguien, puede explotar y su reacción ser inesperada e impensable. Y es impensable, porque ante la actitud chulesca, arrogante, fría, despótica e inhumana de la ventanilla de un banco o ante una carta de despido cruzados los cincuenta, cualquiera se siente impotente, herido, insultado, ultrajado y, en definitiva, vacío e inútil.
Es inmoral que alguien se pueda sentir así, vacío, sin ninguna perspectiva ante su futuro. ¿Cuántas personas han pasado a ser tratadas de “Don” a ser maltratadas por no poder –que no querer– pagar un recibo de una hipoteca? ¿Es eso justo? ¿Humano? No, no estoy justificando ningún asesinato, y mucho menos a empleados inocentes que tan solo cumplen lo que sus directivos les indican, solo estoy alzando la voz ante la frialdad de un sistema injusto, que nos convierte en seres vacíos, amorfos… en números con nombre que valen según tengan en su cuenta corriente. Los Bancos –dentro del sistema capitalista– son entidades que hay que destruir por ser la máxima representación de la explotación usurocrática, y ya sería hora que los hombres y mujeres despertaran ante esa realidad y se revelaran ante esa dictadura deleznable y salvaje.
Cuando alguien no tiene nada que perder no atiende a la sinrazón; cuando algunos no tienen nada que perder, su razón se convierte en protesta; cuando muchos no tienen nada que perder, su razón se convierte en Revolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario